lunes, 1 de noviembre de 2010

RECONOCER

Reconocer es un hermoso palíndromo. Hemos de reconocer-nos hacia delante y hacia atrás.

2 comentarios:

  1. Ése tramarte sé... (Menudo farol)
    Sabe: manan amebas; (¡uff!, qué sinsentido)
    a pala nueva, ve una lapa; (éste es peor)
    Roma es ese amor (demasiado típico, y no lo arreglo)
    ¡nosotros así lisas orto son! (mejor lo dejo)

    "Sugus" también es un palíndromo, ¿no?...

    Fiarse del lenguaje como herramienta de aprendizaje es muy útil. En este caso la verdad que nos has descubierto va implícita en el juego de la comunicación. ¡Gracias! Nunca me había fijado hasta ahora: Reconocer-nos... Reflexionaré sobre ello.

    Ahí va una que he descubierto en los afluentes de nuestras lenguas hermanas:

    Per-donar.
    For-given.
    Ver-geben.
    Per-donare.
    Per-doar.
    Par-donner...

    Todas insisten en que perdonar tiene que ver con un don, una gracia, un regalo... que debe otorgarse para obtenerse (al menos esa es mi lectura). Perdonar es -haciendo un pequeño salto poético- devolverse, a sí mismo, a la vida; volver a vivir el "don".
    Sinceramente hago por practicarlo como si fuera una certeza matemática, o un argumento científico. Vivo un momento de serenidad, quizá sea por éso. (Y al releer ésto me da una punzada de repelús, parece sacado de un manual de autoayuda... pero da igual, no sabría expresarlo mejor, soy un little Chopra)

    Por cierto, disculpa mi impertinencia: ¿tienes más de tres blogs? Reconocer-te... ¡Uf! Te vas volviendo inmensa por momentos. Menos mal que soy aplicado.

    Un beso

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  2. ¿De qué silencio eres tú silencio?
    ¿De qué voz, qué clamor, qué quién responde?
    Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno,
    hijos de la palabra como somos?
    ¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros?
    ¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas?
    ¿Habría sed de no haber agua cierta?
    ¿O quién vistióme de piedad los ojos?
    ¿Puedo poseer, pequeña, don inmenso
    que faltase a los cielos y a las aguas?
    Y él ¿podría morir, sobreviviendo
    menor que él, todo el fulgor del cielo,
    quedar la tierna luz indiferente
    al fuego que, irradiando, ha suscitado?


    de Fina García Marruz

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