miércoles, 13 de febrero de 2013

AJEDREZ. LA LEYENDA DE SU ORIGEN

FOTO DE FERNANDO J. TOUCEDO URBAN




En la apartada región de Taligana, India, vivía un rey llamado Iadava.

El rey había perdido en una cruenta batalla a su hijo, el joven príncipe Adjamir. 

La tristeza y la angustia se apoderaron del alma del rey sumiéndolo en un terrible estado de melancolía que le apartaron de la vida pública y de sus súbditos.

Bufones, adivinos, músicos y bailarinas hicieron lo imposible para distraer a su Rey. Nada daba resultado. Y su pena lo alejaba de sus obligaciones, olvidando las necesidades de su pueblo.

Un humilde joven llamado Sissa, del pueblo de Lahur, decidió crear un juego para intentar obtener el éxito donde todos habían fracasado y devolver la alegría al corazón de su señor.

Sissa mostró a Iadava una caja en la que guardaba un hermoso tablero de 64 casillas, y un juego de piezas de madera tallada.

Explicó a su Rey las reglas del juego y este retó al joven Sissa a una partida animado por la aparente sencillez del mismo.

Entusiasmado por la gran cantidad de posibilidades que el juego ofrecía acto seguido invitó a sus ministros a jugar partidas donde estos pudieran exhibir su inteligencia y talento militar.

Iadava comprendió la necesidad de planificar sus movimientos y de luchar permanentemente por el logro de unos objetivos aunque para ello debiera sacrificar a menudo cosas valiosas en pro del bienestar de la mayoría.

Aprendió sobre los errores cometidos en combate y comprendió que la muerte de su hijo no era en vano ya que su vida había contribuido a la victoria obtenida y con ella facilitado la supervivencia del reino de Taligana.

El Rey Iadava comenzó a incorporarse poco a poco a la vida pública, a atender los asuntos de estado y las necesidades de su pueblo.

Queriendo recompensar al joven Sissa el rey se comprometió a conseguirle cualquier cosa que este deseara.

Sissa pidió 1 grano de trigo por la primera casilla del tablero, 2 por la segunda y continuar doblando la cantidad de cada casilla hasta completar las 64 que componían el tablero.

Iadava que tampoco iba excesivamente fino en cuanto a cálculos matemáticos concedió a Sissa su deseo inmediatamente. Días más tarde y una vez que sus consejeros realizaron los mismos,  se le comunicó al rey la imposibilidad de realizar el deseo de Sissa.

El número de granos que correspondía al bueno de Lahur Sissa era: 18.446.744.073.709.551.615 (2 elevado a 64). 

Ni aunque cultivaran toda la superficie de La India podrían recoger tal cantidad de grano.

lunes, 4 de febrero de 2013

LABERINTOS SOÑADOS

Puede ser que te inventara
en una tarde de domingo
para escapar de un recuerdo latiente,
como el corazón delator de Poe.
Prefería inventar belleza contigo
que recordar el dolor.
Y lo inamovible.
Tantas veces.

Así naciste.
Venus ya reinaba en su ciclo,
(hecho que, posiblemente, me sacó del letargo)
el sol caía rojizo,
y yo tenía que levantarme.

Ya en pie, te sonrío.
Pues existes.
El sueño se hizo tacto.
Y tú estabas conmigo.