SON LOS RÍOS
Somos el tiempo. Somos la famosa
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.
Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.
Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.
La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.
BORGES
Siempre espléndido Borges, querida mía. Gracias por el enlace, un detalle. ¿Qué tristeza abraza la mujer de la pintura, mujer de más claridad que el día? Mujer evanescente, encapsulada entre dos realidades, que derramó una ilusión perlada. ¿Qué lento y largo pensamiento rodea con sus brazos? Y la luminosa Santa Ana al fondo, monte Tabor de la trasfiguración... No percibo abatimiento ni reposo. Es como una duda que dejara la belleza intacta.
ResponderEliminarSiempre que entro en tus parajes, por más abierto que vaya a recorrer los caminos que sugieras, me quedo con la sensación de que hay mucho mucho más que no he visto. Eres inmensa incluso en un trozo de tela.
"Son los ríos" "el Oscuro" "fuego".
ResponderEliminarDas con el pincel de la palabra un trazo maestro.
Cuántas imágenes sugieren sus combinaciones...
Es formidable el juego de lo posible con las voces y las proposiciones de los genios. Su magia sigue creando más allá de ellos y de nosotros, ajenos al tiempo, como si hubieran heredado y sembraran la eterna creatividad del cielo. Siempre él mismo, y siempre distinto, insondable y uno, pero particular para cada uno de nosotros. Siempre cediendo al cambio en su perpetuo inmutable, allá allá, detrás detrás de todo...