Ahora tejo.
Ella me enseñó.
Ella, germen de todo,
patio con flores y risa,
terca matriarca, reflejo,
mi abuela infinita,
perpetua en el espejo
cuando tejo la alegría.
Ahora tejo.
IMAGINAD CUANTO QUERÁIS. NADIE PODRÁ DECIROS BASTA.
Qué honda virtud se vislumbra en ese tejido: del pasado al futuro recorriendo cuanto "presente" se entrelaza en tus dedos... ¡Y siguen formándose espacios dentro de cada tejido para la alegría y la sorpresa!
ResponderEliminarUn beso!
Otro beso, zagal!
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