sábado, 6 de febrero de 2010

DONDE HABITE ELOLVIDO de CERNUDA



Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

1 comentario:

  1. JOAQUÍN SABINA LE HIZO UN PEQUEÑO HOMENAJE A ESTE POEMA CON ESTA CANCIÓN:
    Cuando se despertó,
    no recordaba nada
    de la noche anterior,
    “demasiadas cervezas”,
    dijo, al ver mi cabeza,
    al lado de la suya, en la almohada…
    y la besé otra vez,
    pero ya no era ayer,
    sino mañana.
    Y un insolente sol,
    como un ladrón, entró
    por la ventana.
    El día que llegó
    tenía ojeras malvas
    y barro en el tacón,
    desnudos, pero extraños,
    nos vio, roto el engaño
    de la noche, la cruda luz del alba.
    Era la hora de huir
    y se fue, sin decir:
    “llámame un día”.
    Desde el balcón, la vi
    perderse, en el trajín
    de la Gran Vía.
    Y la vida siguió,
    como siguen las cosas que no
    tienen mucho sentido,
    una vez me contó,
    un amigo común, que la vio
    donde habita el olvido.
    La pupila archivó
    un semáforo rojo,
    una mochila, un peugeot
    y aquellos ojos
    miopes
    y la sangre al galope
    por mis venas
    y una nube de arena
    dentro del corazón
    y esta racha de amor
    sin apetito.
    Los besos que perdí,
    por no saber decir:
    “te necesito”.
    Y la vida siguió,
    como siguen las cosas que no
    tienen mucho sentido,
    una vez me contó,
    un amigo común, que la vio
    donde habita el olvido.

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