Como un plástico
retráctil al calor
me sé pegada al reverso de tu alma.
Y sé de tus esfuerzos mansos,
como de agua de acequia,
para librarte de mis huellas
en la conciencia de tu tiempo.
Calles de rotas esperazas
conducen hasta tu puerta,
pero te siento tan mío
que no importa de quién seas,
ni que paisaje o figura
llene tus retinas o tus manos.
Agotado de intentar apagar
con soplidos las estrellas
descansarás
en el recodo incólume
de mi ternura cierta.
Y serás tan mío
como lo son ya tus besos
y el vacío de tus manos que no ocupo
y el viento que propicia
mi nombre que no nombras.
Y será mío tu cuerpo
como lo es tu presencia:
quieta como el agua de un estanque
o veloz, como pirueta en el aire
de un trapecista loco...
Vendrás a mí,
mi espera de siglos contenidos
convertirá tus rocas en arena.
viernes, 23 de julio de 2010
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