La primera metáfora es loable,
del genio que veía los colores
en la trama de sus sueños lectores
urdiendo un laberinto inabarcable.
Todo lo termina el tiempo implacable
acaba con el brillo de las flores,
con el eterno amor, con sus cantores,
con la ceguera y la visión mudable.
No se detiene la nube, ni el río,
cumplen sus ciclos sagrados, constantes,
tampoco se detienen los instantes
en que la pura vida espanta al frío.
Río, incansable río que reflejas
el amor que se queda y el que se aleja.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
ENLACES INFINITOS. LABERINTO
Etiquetas:
CONEXIONES,
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REFLEXIONES
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Y no estando (¡jamás!) en su ciclo quietos
ResponderEliminarlos elementos vuelven y reflejan su virtud:
la bondad inabarcable es su quietud
y tal pueden ser sus abuelos y sus nietos.
Pues al tiempo son sus padres y sus hijos,
al tiempo son presente, que es el terno,
de ser a la vez pasado y futuro eterno,
y seguir siendo elementos en ciclos fijos.
Unos a otros engendran, y así regresan,
y convertidos en sí mismos nunca cesan.
:)
Tu generosidad y tu inteligencia también son inabarcables.
ResponderEliminar;)
Rural, rural nada más.
Eliminar:)
¡Abrazo!