domingo, 4 de marzo de 2012

ENCARNACIONES

Hundido el rostro en tu cabello, aspiro
el sofocante aliento de la noche
que allí estancado humea y flota como el sueño.
Todo el inmenso espacio pesadamente yace
sobre esta tibia tierra adormecida,
sobre el cuarto y el lecho y nuestros miembros,
y la casi secreta agitación
que mueve nuestros pechos.
No respiramos aire, respiramos silencio;
un gran silencio inmóvil
que cubre nuestra piel desnuda
como oscuros aceites.
Y de pronto,
siento que mi ternura me desborda y anega,
que también con la sombra te acaricio,
y te abrazo también con el espacio,
y te rozo los labios con el aire;
que toda esta solícita violencia
es también este vasto silencio conmovido
que arrojado de bruces encima de nosotros
se asoma a nuestro amor,
y lo recorre entero un estremecimiento,
sollozo cálido, ala del destino.

TOMÁS SEGOVIA

2 comentarios:

  1. No tengo adjetivos para calificar suficientemente esta belleza. Tiene un atisbo de la sensualidad desbordada, dolorosa y dulce de la poesía andalusí, ¿verdad? O es que le atribuyo todas las exquisiteces porque me incendia este poeta. Aunque su poesía no nace para ser cantada, como las jarchas, sino apenas escrita y recitada en un murmullo creciente.


    ¡Tanto amar, tanto amar,
    amado, tanto amar!
    Enfermaron mis ojos brillantes
    y duelen tanto.

    Jarcha

    Oh, tú que me atormentas, cuando eres dueño mío,
    ¿qué quieres con dañarme y torturarme?
    Causas admiración por tu hermosura,
    mas en ti la muerte se une a la belleza
    como al brillo en la espada y en el fuego a la luz.

    Ibn Sara As-Santarini

    ¿Qué te parece, ilustre licenciada?

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  2. La sabiduría y la belleza popular...
    Magnífico, habib!

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