viernes, 29 de julio de 2011

SUPONE FONOLLOSA

Otro poeta, aunque con un contenido mucho más fuerte que Machado.

No quise hacerle daño


No quise hacerle daño
Yo esperé aquel momento
tantos días
y me fue fácil
deslizarme hasta su cuarto
su ventana
cedió
con un gruñido
mis pies
no despertaron
a las alfombras
me fue tan fácil
deslizarme hasta su cama y verla respirar
si hasta las sabanas sentían el calor aquella noche
no perjudica a nadie el acostarse
un poquito de amor no daña a nadie
nada le costaba haber cedido
dejarse acariciar unos minutos
no quise hacerle daño, no
así se lo dije
tapándole la boca suavemente
no quiero hacerte daño, no
le dije que sólo iba a acariciarla
no tenía porque asustarse tanto, tanto
tuve que acallar el grito de sus ojos
y apreté demasiado
lo lamento
y estuvo bien, pero estaba tan fría
y estuvo bien, pero estaba tan ausente
y estuvo bien, pero estaba tan inmóvil
y estuvo bien, pero estaba tan inmóvil

ALBERT PLA

miércoles, 27 de julio de 2011

ANTONIO MACHADO

CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.

Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.

El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.

Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!

En noviembre de 1913

lunes, 25 de julio de 2011

RECUERDOS RECUPERADOS

Amar, como yo amo,
no es amor tan entendido;
es, incomprensible vocación de sentimiento.
Sí. Por ti. Sí. Por mí...
Pero en ambos y en ninguno,
con ambos tejiendo, con agujas de calma;
con ninguno tejiendo en sus tormentas de raso.
Amar, como yo amo,
no es vulgar ni cotidiano ni diferente;
y no es tan sencillo ni tan extraño,
algo que pueda decirse extraordinario.
Es dar, como yo soy, acaso, para darte;
es dar, como yo soy, acaso, para darme;
es darnos cuanto acaso somos, para olvidarlo amando.

JOSÉ ANTONIO LORENZO (CÉFIRO, 08/02/1998)

lunes, 18 de julio de 2011

TRABAS

Desde que blogger ha hecho no sé qué, esto es el caos. Cada comentario en cada blog es una locura, y además distinta. En este ni siquiera me lo permite. En fin. Ahí va mi respuesta a la entrada anterior:

Qué gran suerte! A mí me lo presentó Mari Luz en la Albert, pero en libro. Y lo he escuchado en la radio, antes por las noches y últimamente algún lunes. Algunos de sus relatos han pasado a tatuarse en mi memoria. Cuando he descansar o sosegarme, siempre me digo a mí misma que debo afilar el hacha. ¿Conoces éste? Es muy bueno. Como todos tus comentarios.

SEGUIR BUSCANDO

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…


Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir, Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.
Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo:
- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…:

“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado.
A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…?

Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?
¿Y la boda de los amigos?
¿Y el viaje más deseado?
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?
¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido”.

JORGE BUCAY

lunes, 11 de julio de 2011

OJO AL QUE, A VECES, LE CUESTA VER

La forma del yunque!!!

NO PUEDO COMENTAR

Estos cacharros se discolan de vez en cuando. Jal, llevo todo el finde intentando contestar a tu comentario y no hay manera. Así que voy a probar como entrada:
"Qué extraordinaria imagen!!! Me has recordado también a Saramago en La caverna. Hombres de barro, de polvo de estrellas, de vidrio. Y esos elementos interactuando y transformando las materias. Alquimia. ¿Por qué no te organizas escritos e intentas publicar?


¿Y el Licenciado Vidriera de Cervantes? Jajajajaja.

Siempre un placer leerte!"

jueves, 7 de julio de 2011

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN

El sol es la ardiente fuente que provoca las ideas eternas en vaso mortal.

martes, 5 de julio de 2011

ANTONIO GALA

El que no ama siempre tiene razón: es lo único que tiene.

RILKE

XXII

Somos los errantes.
Pero el andar del tiempo
tomadlo como nimiedad
en lo que siempre permanece.

Todo aquello que corre
habrá pasado ya;
pues sólo lo que queda
nos inicia.

No echéis, muchachos, el valor
a la velocidad
ni al intento de vuelo.

Todo ha descansado:
tiniebla y claridad,
flor y libro.