Amar, como yo amo,
no es amor tan entendido;
es, incomprensible vocación de sentimiento.
Sí. Por ti. Sí. Por mí...
Pero en ambos y en ninguno,
con ambos tejiendo, con agujas de calma;
con ninguno tejiendo en sus tormentas de raso.
Amar, como yo amo,
no es vulgar ni cotidiano ni diferente;
y no es tan sencillo ni tan extraño,
algo que pueda decirse extraordinario.
Es dar, como yo soy, acaso, para darte;
es dar, como yo soy, acaso, para darme;
es darnos cuanto acaso somos, para olvidarlo amando.
JOSÉ ANTONIO LORENZO (CÉFIRO, 08/02/1998)
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¡Gracias, Bel!
ResponderEliminarEs un regalo precioso. Confieso que todo despareció hace tanto tiempo, tragado por el mar, o por el Tormes (ya no recuerdo porqué, pero me fui a Salamanca a arrojar textos al río desde el mirador de los jardines de Calixto y Melibea con un corazón de arcilla que los hundiera y se deshiciera, cosas de la juventud), o consumido por el fuego siempre tan eficaz, o desperdigado desde un mirador en la serranía de Cuenca (creo que se llama "del Reloj"), o enterrado con mis manos en los alrededores del Eremitorio de la Luz en la Cresta del Gallo. El céfiro fue dejando de ser un viento violento dentro de mí, arrebatado. A veces todavía le llamo, y viene extendiendo sus brazos de colores. Caramba... Parece que haya pasado toda una vida.
Gracias otra vez, estoy muy emocionado. ¡Y yo que pensaba que iba a ser un día aburrido!
Es genial. UN BESO
Me alegra mucho saber que te ha gustado ver tus palabras flotando de nuevo. Seguro que ha sido como descubrirlas como por primera vez. Y nacieron de ti.
ResponderEliminarEso de desprenhenderse está muy bien; yo soy más materialista, conservo hasta el último papel. Siguo escribiendo en Lalybreta, aunque ya no han sido creadas por ti, (por supuesto conservo las dos libretas que me hiciste). Y la cajita de madera lacrada donde me regalaste estos dos poemas.
Pero no es ésta la sorpresa de la que te hablaba, aún te toca esperar...