martes, 9 de agosto de 2011

CUENTOS

“Rubén Darío es algo digno de estudio. Es el indio con vislumbres de la más alta civilización, de algo esplendente y magnífico, que al querer expresar lo inexplicable, balbucea. Tiene sueños gigantescos, ciclópeos, pero al despertar no le queda más que la vaga melodía de ondulantes reminiscencias. Tiene un valor positivo muy grande, pero carece de toda cultura que no sea exclusivamente literaria”.
UNAMUNO

A Margarita Debaile
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».

Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Yo también voy a dedicar esta entrada, como Rubén a una Margarita que le gusta el baile.
Este poema es para Mari Luz, que lo recitaba de memoria, igual que su padre lo hacía con ella. Y a todos los padres que han enseñado a sus hijos con el ejemplo.

5 comentarios:

  1. Muy bonito el cuento, y saludos a Mari Luz.
    Con Unamuno discutiría ése comentario, si fuera capaz de decirme qué es éso que llama cultura. Rubén Darío es un grande del simbolismo y trasciende lo meramente literario. Además, ¿quién no balbucea al tratar de expresar lo inefable? Siquiera Zaratustra, o Pitágoras, o el Trismegisto pudieron, y tuvieron que usar la narración simbólica a través de signos que excedieran lo lingüístico, y aún más lo literario, y todavía más lo lírico. Tenía buena pluma Unamuno, pero nunca me pareció un gran pensador. Claro que para gustos los colores...

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  2. Sí, Unamuno era demasiado vasco para valorar del todo la miel americana.
    Valle homenajea mejor al indio en su Luces de Bohemia.
    Lo malo de este genio era su dipsomanía. Aunque, tal vez, en esos delirios, rodeado de rameras, construía sus mundos fantásticos, que lo liberaban del "tiempo que le tocó vivir"

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  3. Éso sí que es CULTURAL... XDDD

    Tengo un hermano guatemalteco que se llama a sí mismo "El Hijo del Beso de las Dos Orillas, del Pueblo del Árbol Grande". Es un músico muy dotado, un "cuentero y verseador" impresionante, un conversador ideal, un bebedor empedernido y tan disoluto en sus relaciones amorosas como puede, incluyendo a las prostitutas, claro. Le gustaba abrazarme y llamarme "Inlak'ech", y cuando descubrí que significaba "yo soy otro tú" nos hermanamos. Paco Castillo, ¿le conoces? Actuó varias veces en Ítaca y la Puerta Falsa. A menudo se paraba en algún jardín de Murcia a tocar la guitarra y contar cuentos... un tipo genial.

    Un sorpresón cultural...:
    http://www.youtube.com/watch?v=AGkyEX7XAXU&feature=relmfu

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  4. No tengo el gusto de conocer a Paco...pero al de la camisa que sale al principio del video lo he visto antes...
    Fenomenal, no lo esperaba!

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